sábado, 8 de agosto de 2009

Un día despues de vos

Hace frió.
Una noche como varias desde aquel día.
Camino por la costanera de la cuidad. Miro hacia el mar, a lo lejos distingo las tenues luces de los barcos de pesca varados, y sus fantasmagóricos reflejos, que parecen dormir sobre las aguas calmas del oscuro mar.
Me golpea la cara una brisa gélida haciéndome solo por un momento recordar donde estoy, que solo por un pequeño lapso logra abstraerme de mis pensamientos.
Enciendo un enésimo cigarrillo, y millones de chispas llevadas por el viento, surcan raudamente el espacio, sin otro destino que el extinto final. Casi me siento uno más de ellas. Encarcelado a un destino implacable. El momentáneo brillo y calor, librado a fuerzas superiores y el inevitable ocaso. En mi cabeza suena esa eterna melodía, la que me acompaña desde entonces y en todo momento.
La tristeza es el mejor abrigo posible. Solo ella es capaz de hacerme olvidar el frió.
Es tarde, no sé cuánto, tampoco me preocupa.
Desde aquel ultimo día, ya jamás volví a preocuparme por tiempos ni horarios. Como si la información genética que nos lleva a ser quiénes somos y traza un plan de vida automático, de pronto se hubiera borrado. Ya nada más será importante. Sin querer, sin desearlo, internamente uno sabe que ya nada será importante.
Vuelan recuerdos flasheados sin control. Tampoco me importaría controlarlos. Son ilógicos y fortuitos. Me depositan en lugares y en situaciones vividas sin piedad. Golpean inmisericordes con, por momentos tus risas, por momentos tus lagrimas, causando el mismo doloroso efecto cualquiera de ambas. De ambas era el causante. De ambas el culpable. De ambas el condenado.
La maldita melodía sigue allí, como obligándome a vivir una y mil veces la historia. Como si hubiese algo que aun no puedo ver, que no logro descifrar, y presionara a seguir buscando.
No quiero ir a verte, para qué??, como siempre hablaré solo yo y seguirás sin contestar. Una y mil veces preguntaré las mismas cosas y una y mil veces solo escucharé el rumor de la brisa rozando los árboles y el frío mármol. No obtendré respuesta alguna. Ya no puedes dármelas. Ni creo que quisieras, aun estando viva.
Trato de sentir hambre, sueño, cansancio, algo que me descubra humano y vivo. Algo que me ayude a olvidar por un momento, y solo por un momento, este largo, ya perpetuo e insoportable, día después de vos.

No hay comentarios: