Tal vez sea el año 2087 u 88.
A estas alturas, nadie está totalmente seguro. Es
más, a nadie importa tampoco saberlo.
Da igual.
Los cambios que se desarrollaron en la humanidad a
partir de la terminación del estudio del genoma humano, y como consecuencia, la
derrota del total de las enfermedades primero, y del envejecimiento finalmente,
moldearon esta nueva sociedad desprovista de motivación alguna. Sin memoria.
De no mediar accidentes, suicidios, homicidios o
alguna forma violenta de muerte, literalmente inmortal.
Una nueva raza sin ayer.
También sin mañana.
Terminadas ya las guerras de la tercera década,
los pocos lideres sobrevivientes igualaron los derechos, equipararon las
diferencias
y, aun luego de que no quedo demasiado en pie,
repartieron equitativamente entre la poca población mundial los recursos en
disponibilidad. Finalmente, esta vez sí, ganaron los buenos.
Irónico. El principio del fin.
Luego de descifrar el genoma, dentro de la primera
década; los gobiernos entregaron los derechos de comercialización de tecnología
y medicamentos, a laboratorios privados; luego de, por supuesto, la entrega de
suculentas coimas y el arreglo de comisiones del usufructo.
En la segunda fue el predominio del desarrollo y
su acceso al uso, de unos pocos poderosos privilegiados.
Primero cremas, luego tratamientos en base a
células madre y clonación de órganos. Finalmente vacunas para longevidad hasta
lograr frenar el deterioro físico y mental totalmente.
Alimentos modificados genéticamente hasta lograr
un compuesto único de aminoácidos suficiente para la total alimentación, libre
de procesos de digestión y sin residuos.
El cuerpo humano muto a una maquina biológica sin
desgaste, libre de excedentes y con únicos mantenimientos sencillos y baratos.
Por lógica, la parte de la humanidad que quedaba
fuera, excluida de esa pequeña porción de poderosos con acceso total a
privilegios tales como salud, elección de mejoras
genéticas, derechos especiales a educación y liderazgos, etc…, no pudo ser
dominada durante mucho tiempo.
Primero fueron pequeños estallidos sociales casi
individuales, limitados a una muy pequeña elite de “pensantes”; escapados a la
destrucción de la cultura y el pensamiento, que promovieron los gobiernos del
mundo a fin de mantener las mazas estúpidas, sofocados rápida y
sangrientamente, sumados al plan de “racionalización” de la humanidad que los
consejos de naciones tácitamente coordinaron a fin de diezmar los millones de
personas necesarias para permitir que el planeta sobreviviera en usos y
recursos. Plan que permitía la creación y desarrollo de pandemias generadoras
de los primeros dineros para estos laboratorios.
El circulo retroalimentado de vender vacunas para
inventar una y otra vez nuevas enfermedades, y nuevamente a empezar.
Luego, las atontadas mazas reaccionaron
finalmente, un poco por hambre, pero más por las envidias enfermizas que el
mismo capitalismo materialista extremo género ante tales diferencias de acceso.
Diferencias menores generan delincuencia, primero, luego violencia y por
último, anarquía total, cuando estas son tan inhumanas que ninguna fuerza, ni
terrorismo de estado puede ya frenar.
Mazas que se volvieron en hordas asesinas antes
que los pocos líderes de los llamados “pensantes”, lograran canalizar la
anarquía en revolución clasista, sin cometer antiguos errores de explosiones
sociales de siglos pasados, donde los dirigentes transformaron revoluciones en
curso a contrarrevoluciones, por frenar la expansión global, limitándolas a
territorios específicos.
Avanzada ya, esta “revolución” generó un nuevo
orden único mundial liderado en principio por una un Buró de Notables, y de
ellos un elegido regidor con el solo y único poder de organizar este nuevo
sistema desde el respeto por las libertades individuales y la ecuanimidad
primero, la justicia y la distribución equitativa, después.
Un par de décadas después, nada de esto ya fue
necesario.
El pasar de los años borró las memorias de esta
nueva raza.
La casi inmortalidad, libre de defectos,
malformaciones y enfermedades. La falta de motivación para el crecimiento y el
sustento, y a partir de ello, la desaparición total de cualquier tipo de forma
de competencia, determinaron la inhibición total del deseo, los gustos y las
sensaciones hasta su completa desaparición.
Riesgos, delitos, deportes, artes, hobbies y hasta
el sexo, fueron volviéndose dispensables hasta ya no ser necesarios y ya luego,
olvidados de la conciencia colectiva.
El planeta, poco a poco se fue recuperando de la
casi destrucción a la que el capitalismo lo fue llevando, y ahora las maquinas
creadas por los hombres de generaciones anteriores, luego de regenerarlo
totalmente, mantienen a esta nueva raza produciendo lo necesario para su
mantención y sustento.
Ya no es necesario.
La humanidad no crece, ni se desarrolla.
Los días ya no tienen tiempos, y los tiempos ya no
existen, ni son necesarios. Sin estas necesidades, el ostracismo envolvió a las
gentes y se adueñó de ellas.
Las voluntades fueron muriendo, y ya nada evita
que la humanidad se haya convertido en bloque de organismos biológicos
atrofiados de motivación alguna, sin ser.
Solo persistiendo.
Qué importancia podría tener ya la superación
personal, los desarrollos tecnológicos y/o los hechos artísticos…??. Los
descubrimientos o la exploración…??.
Hay algo que podría ya importar, individualmente o
como sociedad…??.
Hay algo que justifique mantenernos vivos…??.
Hoy, un día cualquiera de algún año cercano al
2088, parado sobre el balcón del Edificio cede del Buro de Notables, observo
ciudades sin movimientos, ni gentes. Nunca tantos tuvieron tanta vida y a la
vez, tan poco por que vivir.
La brisa acaricia mi ceño.
Un cielo, nunca antes tan claro, pareciera estar
expectante, como a la espera de nuevos rumbos. Parado en el balcón observo y
saco conclusiones.
Decido.
Soy Nerón Floyd, Regente del Pueblo Unido de
Global Tierra y el futuro depende de una decisión. Una única última decisión.
La del próximo nuevo… día sin mañana.
Registrado
Versión reducida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario